jueves, 22 de marzo de 2012

La corrupción moral de Goldman Sachs


Directivo de Goldman Sachs renuncia y acusa a la firma de estar “moralmente corrompida”. Greg Smith, directivo de Goldman Sachs en Londres, renuncia a la firma después de 12 años de pertenecer a esta, no sin denunciar públicamente la podredumbre moral en que se encuentra esta corporación; la carta cuesta 2 mil millones de dólares de pérdidas. Greg Smith era hasta hace unos días directivo de Goldman Sachs en Londres, donde estaba encargado de la división vigilante de la equidad en los negocios. Sin embargo, visiblemente asqueado de lo que pasaba por su conocimiento y después de 12 años de trabajar para la firma en Nueva York y en Londres, Smith tomó la decisión de renunciar, no sin antes revelar por medio de una carta pública la podredumbre moral en que ha caído esta compañía de inversiones que también ha recibido el mote de “calamar vampiro”.
Smith acusó al director ejecutivo Lloyd Blankfein y al presidente Gary Cohn de haber perdido “la cultura de la firma” y estar “moralmente arruinados”. “Este declive en la fibra moral de la firma representa la amenaza solitaria más seria para su supervivencia a largo plazo”, sentenció. El ex empleado agregó además que los directivos se referían repetidamente a los clientes como “títeres”, incluso en correos electrónicos de circulación interna.
“Asistí a juntas donde no se dedicaba ni un solo minuto a preguntarnos cómo ayudar a nuestros clientes. Solamente se hablaba de cómo podíamos ganar lo más posible de ellos”, escribe Smith.
Smith también formaba parte de un programa de reclutamiento en universidades de todo el mundo que buscaba más empleados para Goldman Sachs y curiosamente fue ahí donde tomó conciencia de su malestar: “Supe que era momento de irme cuando me di cuenta de que no podía ver a los ojos a los muchachos y decirles que este era un gran lugar para trabajar”.
“El liderazgo solía tratarse de ideas, poner el ejemplo y actuar correctamente. Ahora, si haces que la firma gane suficiente dinero (y no eres un asesino serial) serás promocionado a una posición de influencia”, agrega, en una dimisión que algunos, con humor pero también con acierto, han comparado con la renuncia de Darth Vader al Imperio Galáctico.
Goldman Sachs por su parte emitió un comunicado donde se dice en desacuerdo con lo expresado por Smith, asegurando que en su corazón descansa la verdad fundamental de que si sus clientes no son exitosos, la compañía tampoco. Tan sentidas palabras, sin embargo, no evitaron la pérdida de poco más de 2.2 mil millones de dólares en acciones de la compañía como resultado del testimonio del directivo.
Recordemos que ha sido el protagonista —siempre ganancioso— de las crisis financieras recientes más importantes en todo el mundo, con particular gusto por las economías nacionales, en donde han sabido crear una zona donde sus intereses particulares y los intereses supuestamente colectivos de los gobiernos se confunden, gracias a la inserción de directivos en puestos clave de las instituciones financieras públicas.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿Son más poderosas las corporaciones que las naciones?

 
¿Son más poderosas las corporaciones que las naciones? Más que en una democracia es posible que vivamos ya en una corporatocracia: Apple tiene más dinero que Argentina, Goldman Sachs más poder que Grecia. ¿Trabajan los gobiernos, fachadas burocráticas facilitadoras, para las corporaciones? Recientemente se dio a conocer que Apple ha rebasado un valor de capitalización de 500 mil millones de dólares, algo que solamente han logrado alcanzar en su momento Microsoft, Exxon Mobil, Cisco y General Electric. Esta cifra pone a Apple por encima de países enteros en lo que se refiere a su poder económico y sugiere una tendencia que ya ha sido esbozada en las teorías de conspiración y en las novelas de ciencia ficción: que las corporaciones serán (o son ya) los verdaderos amos del mundo.
El capital de Apple actualmente supera al Producto Interno Bruto de países como Grecia (312,042 mdd), Argentina ( 435,179 mdd), Polonia, Bélgica, Suecia, Arabia Saudita y Taiwán.
El éxito boyante de Apple y de algunas otras corporaciones está sustenado, por supuesto, en el libre mercado y en la globalización que les permite manufacturar productos a bajos costos y venderlos en todo el mundo a costos elevados: se calcula que fabricar un iPhone cuesta  entre $12 y $30 dólares, los obreros, muchos de ellos niños ganan, $1.78 dólares la hora o menos, pero este supergadget se vende entre $200 y $400 dólares en Estados Unidos y llega alcanzar hasta los $1000 dólares en algunos países. Como hemos publicado aquí y aquí, algunos de los efectos colaterales del libre mercado son una versión moderna de la esclavitud, la cual poca mella parece hacerle al imperio de marketing de Apple.
Más allá de las condiciones inhumanas en las que muchas personas trabajan, especialmente en Asia, para fabricar los productos que ávidamente consumimos en Occidente, quizás lo más alarmante del asunto es que las corporaciones tienen la capacidad de modificar las leyes a conveniencia pero casi nunca, por una alquimia legal o por el poderoso lobby que ejercen, de padecer estas leyes y ser castigadas cuando las violan.  
Podríamos decir que los gobiernos a fin de cuentas trabajan para los intereses de las corporaciones: son fundamentalmente la forma en la que estas (supra)entidades pueden incrementar sus ganancias sin depender de la vicisitudes de la economía de un país.
Tenemos como ejemplo el caso de las guerras en Estados Unidos y sus países aliados. Aunque estas guerras han sido un pésimo negocio para los ciudadanos comunes y corrientes, los grandes contratistas militares, las petroleras, los bancos (HSBC tomó control del banco central de Irak) y demás compañías de seguridad y tecnología se han visto enormemente beneficiadas por estas empresas bélicas, que desde el bien común son actos irracionales. Existe un patrón: corporaciones como Haliburton, Lockheed Martin o Blackwater (hoy Xe Services), entre otras, todas tienen altos ejecutivos que han tenido puestos —o mantienen relaciones cercanas— en los más altos niveles del gobierno de Estados Unidos. Tal vez esto nos ayude a entender por qué se montan gigantescas campañas  (o eventos de falsa bandera) para influir en la opinión pública y aun cuando estas no logran funcionar del todo, de todas formas se dirige una nación a la guerra: para el beneficio de una bien aceitada red de corporaciones.
Se nos ha adoctrinado —esto sucede especialmente en Estados Unidos— con un sentido patriótico de pertenecer a una nación y a una serie de valores un tanto abstractos que nos otorgan unidad y una especie de fraternidad por la cual incluso es justo morir. La defensa de estos valores, de esta identidad colectiva, es lo que sustenta involucrar a cientos de miles de personas en una guerra a decenas de miles de kilómetros para matar a cientos de miles de personas que no conocen. Todo por un símbolo un tanto ilusorio. Pero más allá de que exista toda una superestructura ideológica —la libertad, la democracia o la guerra santa cristiana o islámica— que fundamente una guerra, habría que ponernos a pensar si en muchos casos estos fundamentos no son mecanismos de control mental, propaganda viral con las que comulgan las masas y los soldados y quizás algunos políticos, pero que para las personas que verdaderamente influyen y se benefician con la decisión de iniciar una guerra son solamente estrategias de marketing. ¿Qué será más importante para Dick Cheney y Donald Rumsfeld? ¿Los millones de dólares que obtienen con estas políticas o los valores americanos y la palabra del Señor? ¿Acaso cuando lanzan una ofensiva militar a Irak o a Afganistán están pensando en el pueblo estadounidense más que en sus amigos?
Para algunos conspiracionistas los altos mandos de los gobiernos del mundo están controlados por una especie de religión secreta. Difícil saberlo. Pero también podría ser que su religión, como parece connotar el “In God We Trust” del billete de un dólar, se ha fusionado con el dinero.
Como tenemos el caso de las guerras, también tenemos el caso de los bancos y las burbujas financieras. La crisis financiera del 2008 significó para millones de personas un colapso en sus finanzas personales. Pero no para los bancos: cifras dadas a conocer por Bloomberg muestran que los grandes  bancos recibieron un rescate 7,77 billones de dólares. Mientras el ciudadano promedio veía como se encogía su cuenta bancaria, los seis bancos más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Citibank, Bak of America, JP Morgan, Wells Fargo y Morgan Stanley) atravesaron la crisis financiera con un crecimiento fabuloso: de 6.8 billones de dólares en activos en el 2006 pasaron a 9.5 billones de dólares en el 2011. La verdadera cantidad de dinero que la Reserva Federal inyectó a los bancos fue ocultada por el ahora Secretario del Tesoro Timothy Geithner, según los mismos documentos declasificados de la Reserva Federal.
 
¿Cómo logran los bancos esta imunidad a la crisis? Por una parte son ellos mismos los que la provocan y de manera relacionada son ellos mismos los encargados de decidir cómo se resuelve la crisis: crean el problema (el caos) y luego reestablecen el orden. El caso más emblemático es el de Goldman Sachs. Este banco responsable en buena medida de la crisis inmobiliaria y  uno de los grandes beneficiarios del rescate, ha colocado a sus ejectuvos consistentemente en los puestos más altos del gabinete económico de Estados Unidos, desde Rick Rubin a Larry Summers y Hank Paulson. Algo similar ha hecho con la crisis en Europa, donde los puestos de los primeros ministros de Grecia e Italia y  el presidente del Banco Central Europeo son ahora ocupados  por Lucas Papademos, Mario Monti y Mario Draghi, los tres con un pasado laboral común: todos trabajaron para el gigante financiero Goldman Sachs. Draghi fue vicepresidente para Europa de la firma entre 2002 y 2005, Monti es consejero internacional desde 2005 y Papademos operó cuando fue presidente del Banco Central Helénico (1994-2002) donde se le acusa de perpetrar un fraude que terminó beneficiando a Goldman Sachs.
 Ya lo decía Thomas Jefferson:
Creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para la libertad que los ejércitos. Si el pueblo estadounidense alguna vez permite que los bancos privados controlen la emisión de divisas, primero a través de la inflación, luego de la deflación,  los bancos y las corporaciones que crecerán alrededor nos despojarán a la gente de su propiedas hasta que los niños se despierten sin hogar en el continente que sus padres conquistaron.
No es nuestra intención aquí evocar un sentido patriótico, sino distinguir que esta tendencia ha sido patente desde hace 200 años.
Evidentemente existen matices y es una exageración pensar que las coproraciones son malignas o que deben de ser abolidas sistemáticamente, sin cortapisas. Es también iluso pensar que dejarán de existir y tener un gran poder. Pero por otro lado recordamos la definción de  Mussolini: “El fascismo debería de ser llamado corporativismo porque es la fusión entre el estado y el poder corporativo”. Esta fusión parece haberse dado, la diferencia con el fascismo de Mussolini o de Hitler es que actualmente los estados están al servicio de las corporaciones, cuando en esos casos  las corporaciones estaban al servicio de estados totalitarios.
En su novela Snowcrash, Neal Stephenson imagina un mundo donde las corporaciones han constituido sus propios estados-nación y cobran a los ciudadanos por el servicio de poder vivir en su territorio. La CIA es la Central Intelligent Corporation y la Libería del Congreso es una especie de Apple Store. ¿Sucederá esto en un futuro cercano? ¿O será más cómodo para las corporaciones seguir manteniendo la fachada de los gobiernos para que éstos hagan el trabajo sucio por ellas?
Twitter del autor @Alepholo

sábado, 3 de marzo de 2012

Investigación detecta los trazos del núcleo oligárquico



Investigación revela la existencia de una supra-entidad corporativa que controla el mundo. Investigadores suizos realizan el análisis más completo hasta la fecha de las relaciones entre las grandes transnacionales del mundo, descubriendo que conforman una supra-entidad que ejerce una poderosa influencia sobre el destino del planeta. Una de las características fundamentales de la paranoia es que encuentra todo tipo de conexiones donde (aparentemente) no las hay. Una de la versiones modernas de esta patología es la conspiranoia, esa cepa psíquica que básicamente considera que el mundo es una enorme conspiración orquestada por una élite secretamente entrelazada. Y aunque la conspiranoia es supuestamente el hazmerreír del pensamiento racional y sus templos transparentes de lógica impecable, el análisis más completo jamás realizado en torno a las redes corporativas globales muestra que existe una “súper entidad” compuesta de un reducido número de empresas estrechamente vinculadas —tanto que pueden considerarse una unidad— que controla prácticamente todo el pastel político-financiero del planeta. Así que tal vez los paranoicos no están tan equivocados, siempre conectando puntos en la oscuridad (como dijera William Burroughs: “Un paranoico es alguien que sabe un poco de lo que  está sucediendo”).
El estudio realizado por los investigadores suizos Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, sugiere que nuestra tendencia a desestimar la teoría conspiratoria, de lo que podemos llamar “corporatocracia”, se basa en nuestra inhabilidad de comprender los alcances de esta red de pertenencia corporativa global, la cual había demostrado ser demasiado compleja para análisis previos. Los resultados muestran que 737 compañías controlan 80% de la red corporativa transnacional y que solo 147  —lo que los investigadores llaman una “súper-entidad”— controlan más del 40% de esta red global.
 

«Presentamos la primer investigación de la arquitectura de la red internacional de dueños, junto con la computación del control de cada jugador global. Hallamos que las corporaciones transnacionales forman una estructura gigante en forma de “corbata de moño” y que una gran porción del control fluye hacia un núcleo de instituciones financieras estrechamente ligadas. Este núcleo puede describirse como una “súper-entidad” económica, lo cual genera una serie de cuestiones importantes para los investigadores y legisladores.
»Una investigación cuantitativa no es una tarea trivial, ya que las compañías pueden ejercer control de otras compañías a través de una red de relaciones de pertenencia directa e indirecta que se extiende a muchos países. De esta forma, se necesita una red compleja de análisis para descubrir esta estructura de control y sus implicaciones».
 

En un inicio los investigadores tomaron una lista de 43,060 compañías transnacionales, de una muestra de 30 millones de actores económicos, identificados conforme a las pautas de la Organización Económica de Cooperación y Desarrollo (OECD). Luego aplicaron un algoritmo de búsqueda recursiva que detectó «una red de vías de pertenencia originando y apuntando a estas corporaciones transnacionales». Los resultado arrojaron 600, 508 nodos y 1,006,987 vínculos de pertenencia.
El análisis ubicó un primer componente de 737 compañías que controlan el 80% del valor de todas las transnacionales del mundo; un segundo componente aún más estrechamente unido controla el 40% del valor económico de las corporaciones del planeta, a través de una complicada red de relaciones. Los investigadores explican el motivo detrás de esta estructura como una forma de reducir el costo de transacciones, la toma de riesgos, prevenir la oferta pública de adquisición de empresas e incrementar la confianza entre grupos de interés.
La existencia de esta supra-entidad, concluyen los investigadores, va en detrimento de la competitividad de mercado y representa un riesgo para la estabilidad económica, al actuar en bloque. Los accionistas mayoritarios tienen la posibilidad de ejercer una influencia masiva a través de todas sus conexiones con otras trasnacionales, detentando un poder capaz de desestabilizar países enteros.
 

Si a esto le sumamos que una buena parte de estas empresas son instituciones financieras —con capacidad de especular en el mercado y de utilizar cuantiosa información privilegiada— podemos empezar a entender cómo se originan las grandes burbujas y las crisis financieras que hemos visto en los últimos años y por supuesto cómo, a diferencia del grueso de la población, estas grandes corporaciones reportan grandes ganancias en momentos álgidos de la economía global —se comprende entonces la frase (acaso quitádole el plural): son demasiado grandes para caer.
Lo crucial aquí es descubrir hasta qué punto esta supra-entidad corporativa se maneja como una engranada unidad que protege sus intereses de manera exlcuyente o es simplemente un ensamble heterogéneo de empresas cuyo único rasgo en común es el poder del gran capital.
¿Es esta supra-entidad una manifestación del colectivo articulado por el grupo Bilderberg, dentro del cual se reúnen secretamente cada año una serie de políticos y empresarios que representan al selecto grupo de las corporaciones más poderosas del mundo y que parecen tener una importante injerencia en el acontecer político mundial?
¿Han delineado los investigadores suizos por primera vez la estructura de aquella sociedad secreta monolítica que denunciara John F. Kennedy antes de morir?
O aquella que advirtió, en una especie de salida del clóset, J. Edgar Hoover, el director del FBI:
“El individuo está en desventaja al enfrentarse con una conspiración tan monstruosa que no puede creer que exista.  La mente de los estadounidenses no ha tomado conciencia del mal que ha sido introducido a nuestro alrededor. Rechaza incluso la idea de que los humanos pueden sostener una filosofía que al final debe de destruir todo lo bueno y decente”.
A estas tenebrosas visiones de control habría que contraponer, para equilibrar la balanza, hacer dudar un poco más y quizás revelar algún tipo de epifanía en la contradicción, las palabras de Alan Moore:
“Lo principal que aprendí de la teoría de conspiración es que los conspiracionistas en realidad creen en una conspiración porque es más confortante. La verdad del mundo es que es caótico. La verdad es que no son los banqueros judíos, los extraterrestres grises y los reptiloides de 4 metros de otra dimensión los que tienen el control. La verdad es aún más pavorosa: nadie tiene el control. El mundo es despiadado”.
Así que si el orden del mundo conspira en tu contra, por qué no simplemente lo abandonas y entras al gobierno del caos y dejas que te lleve por fuera hacia donde las olas fluyen sin control.
A continuación la lista de las primeras 50 compañías del ranking de control global:
1 BARCLAYS PLC  GB 6512  SCC 4.05
2 CAPITAL GROUP COMPANIES INC, THE  US  6713  IN  6.66
3 FMR CORP  US  6713  IN  8.94
4 AXA  FR  6712  SCC  11.21
5 STATE STREET CORPORATION US 6713 SCC 13.02
6 JP MORGAN CHASE & CO. US 6512 SCC 14.55
7 LEGAL & GENERAL GROUP PLC GB 6603  SCC 16.02
8 VANGUARD GROUP, INC., THE  US 7415 IN 17.25
9 UBS AG  CH 6512  SCC 18.46
10 MERRILL LYNCH & CO., INC. US 6712  SCC 19.45
11 WELLINGTON MANAGEMENT CO. L.L.P. US 6713  IN 20.33
12 DEUTSCHE BANK AG DE 6512  SCC 21.17
13 FRANKLIN RESOURCES, INC. US 6512  SCC 21.99
14 CREDIT SUISSE GROUP  CH 6512 SCC 22.81
15 WALTON ENTERPRISES LLC US 2923 T&T 23.56
16 BANK OF NEWYORKMELLON CORP. US 6512 IN 24.28
17 NATIXIS   FR 6512 SCC 24.98
18  GOLDMAN SACHS GROUP, INC., THE US 6712 SCC 25.64
19 T. ROWEPRICE GROUP, INC. US 6713 SCC 26.29
20 LEGG MASON, INC. US 6712 SCC 26.92
21 MORGAN STANLEY US 6712 SCC 27.56
22 MITSUBISHI UFJ FINANCIAL GROUP, INC. JP 6512 SCC 28.16
23 NORTHERN TRUST CORPORATION US 6512 SCC 28.72
24 SOCIÉTÉ GÉNÉRALE FR 6512 SCC 29.26
25 BANK OF AMERICA CORPORATION US 6512 SCC 29.79
26 LLOYDS TSB GROUPPLCGB 6512 SCC 30.30
27 INVESCOPLCGB 6523 SCC 30.82
28 ALLIANZSE DE 7415 SCC 31.32
29 TIAA US 6601 IN 32.24
30 OLD MUTUAL PUBLIC LIMITED COMPANY GB 6601 SCC 32.69
31 AVIVAPLC GB 6601 SCC 33.14
32 SCHRODERSPLC GB 6712 SCC 33.57
33 DODGE & COX US 7415 IN 34.00
34 LEHMAN BROTHERS HOLDINGS, INC. US 6712 SCC 34.43
35 SUN LIFE FINANCIAL, INC. CA 6601 SCC 34.82
36 STANDARDLIFEPLCGB 6601 SCC 35.2
37 CNCE FR 6512 SCC 35.57
38 NOMURA HOLDINGS, INC. JP 6512 SCC 35.92
39 THE DEPOSITORY TRUST COMPANY US 6512 IN 36.28
40 MASSACHUSETTS MUTUAL LIFE INSUR. US 6601 IN 36.63
41 INGGROEP N.V.  NL 6603  SCC 36.96
42 BRANDES INVESTMENT PARTNERS, L.P. US 6713 IN 37.29
43 UNICREDITO ITALIANO SPA IT 6512 SCC 37.61
44 DEPOSIT INSURANCE CORPORATION OF JP JP 6511 IN 37.93
45 VERENIGING AEGON  NL 6512 IN 38.25
46 BNPPARIBAS  FR 6512 SCC 38.56
47 AFFILIATED MANAGERS GROUP, INC. US 6713  SCC 38.88
48 RESONA HOLDINGS, INC.  JP 6512  SCC 39.18
49 CAPITAL GROUP INTERNATIONAL, INC.  US 7414 IN 39.48
50 CHINA PETROCHEMICAL GROUP CO.  CN 6511 T&T 39.78
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